Del 23 al 24 de Junio se ha celebrado la noche más mágica del año, la noche de San Juan. Esta noche además de iluminarse de hogueras, calor y brasas, se llena de un pescado rico en nutrientes: la sardina. Los rescoldos de las llamas apagadas sirven para avivar el sabor de este pescado. Magia, tradición, alegría e ilusión, son algunos de los sentimientos que esta noche genera, cuyo protagonista no es más que un pez que mide 11 centímetros.


Lo cierto es que la sardina es uno de los pescados azules por excelencia. Su carne blanco-rojiza contiene todas las propiedades nutricionales recomendadas en el pescado. Su alto contenido en grasas hace que sea óptimo para la congelación, asimismo aporta gran cantidad de nutrientes y es rico en Omega3, un ácido graso imprescindible para la buena salud.

Zona de Pesca

Mapa de la sardina

Las sardinas (también conocidas como parrochas) son peces pelágicos, que viajan por diferentes capas de agua y cuyo contenido graso, como hemos mencionado ya, los identifica como pescados azules. Se distribuyen por el Atlántico y se mueven desde las costas de Senegal a Noruega, pasando por el Mediterráneo, el Cantábrico, el Canal de la Mancha y el Mar del Norte. Es una especie muy común a lo largo de todo el litoral español y de la zona occidental africana, y menos abundante en las zonas septentrionales.


Se mueven por aguas cálidas y saladas, sobre la plataforma continental cerca de la costa, y se alimentan de zooplancton (plancton animal) y fitoplancton (plancton vegetal) y lo cierto es que se agrupan en grandes bancos. Tal es así que esta especie, cuando el banco está formado, se distingue bastante bien incluso a grandes distancias, ya que generan una mancha muy característica debido al movimiento que realizan y a su coloración externa (que es en el dorso entre azul y verde, y plateada en el vientre y los flancos).

Los artes de pesca más utilizados son: el de cerco y el de trasmallo, aunque también se puede dar con otros. Lo llamativo de la pesca de cerco es que se realiza durante la noche, con luces auxiliares, así se atraen a los cardúmenes y se pescan las sardinas en grandes cantidades.

Pescadores de Cerco de Jávea

Una vez pescada, la sardina tiene gran importancia comercial, pues se puede vender fresca, o en conserva, en salazón o ahumada. En cuanto a la típica “sardina en lata” hay que decir que presenta un alto contenido en Calcio, y esta sustancia se adquiere al comer la espina. En total, una sardina contiene 314 miligramos de Calcio por cada 100 gramos. Esto, junto al Omega3, hace que la sardina sea el pescado azul por excelencia.


¿Sabías qué?


La sardina es rica en Omega3, pero… ¿qué significa esto?


Los Omega3 pertenecen a los ácidos grasos poliinsaturados y se les llama grupo de ácidos grasos esenciales porque son importantes para la buena salud. Su fuente principal se encuentra mayoritariamente en el pescado azul, donde encontramos la sardina, y en segundo lugar, en el marisco.


Se ha demostrado experimentalmente que el consumo de grandes cantidades de Omega-3 aumenta considerablemente el tiempo de coagulación de la sangre, haciendo que la probabilidad de incidencias cardiovasculares, como el infarto, sea muy baja. De ahí que los esquimales o los japoneses apenas tengan este tipo de problemas de salud.


Algunas experiencias sugieren que el consumo de Omega3 tiene efectos benéficos sobre el cerebro (hay estudios que dicen que ayuda a prevenir el Alzheimer), que puede llegar a disminuir los efectos de la depresión, o que incluso puede tener una influencia positiva en el feto durante el embarazo.


Como hacían las abuelas antiguamente, una píldora de aceite de pescado puede ayudar a aumentar el rendimiento escolar de los niños. Y es que a veces las curas tradicionales son las más sabias.


En definitiva, la ingesta de sardinas ayuda a tener una dieta más equilibrada y sana. Por eso, aquí les dejamos una buena receta para que empiecen a cuidarse comiendo pescado. Y como no podía ser de otra manera, por San Juan, la sardina moja el pan.


SARDINAS A LA BRASA


Ingredientes:

•    1 Kg sardinas medianas


•    Sal gorda


•    Brasas


Para acompañar


•    Pan de maíz


•    Tomate, lechuga, espárragos blancos, aceitunas.


•    Vinagre de Jerez


•    Sal


•    Aceite


•    Un limón o una naranja


•    Perejil


•    Ajo   



Preparación:


Primero limpiamos las sardinas enteras (sin quitar cabezas, escamas ni tripas) pasándolas por agua, a ser posible de mar.


Se salan por ambas caras con sal gorda unas horas antes de proceder al asado.


Esperamos a que las brasas estén listas y procedemos a colocar las sardinas en la parrilla alternando el sentido de cabezas y colas.


Disponemos la parrilla sobre las brasas, a distancia prudencial para evitar que se quemen por fuera.
Cuando estén hechas por un lado, les daremos la vuelta para que se asen por el otro. Hay que vigilar que no se cuezan demasiado para que no se seque su carne.


El “toque” especial:


Para ser un poco originales y darles un toque como si fuéramos chefs, lo mejor es cortar ajito, perejil (a poder ser natural), dos cucharadas de aceite y sal. Lo metemos en un mortero, lo machacamos todo y luego “pintamos” con una brochita o con una cuchara pequeña las sardinas plateadas. Luego a la brasa y… ¡listas para mojar pan!


Presentación:


Recién sacadas de las brasas, pondremos las sardinas en una fuente separándolas para que no se peguen. Las acompañaremos de una ensalada. Por ejemplo, ensalada de tomate, lechuga, espárragos blancos y aceitunas y pan de maíz cortado en rodajas. Y presentaremos las sardinas con medio limón, o si el limón te parece muy típico… lo puedes cambiar por rodajitas finitas de naranja.

Sardinas a la brasa